Renta Mundial Universal

LA RENTA MÍNIMA UNIVERSAL: UNA REIVINDICACIÓN DE LAS IZQUIERDAS O UNA NECESIDAD DEL CAPITALISMO

Ignasi Maestre plantea en el siguiente post una cuestión que deberíamos plantearnos todos.

Hemos comentado en anteriores ocasiones la evolución mundial, su economía y la nueva distribución de la riqueza. También hemos comentado las reivindicaciones de la izquierda, especialmente aquí en Europa, sobre la denominada Renta Mínima Universal (RMU). Ciertos pensadores liberales empiezan a razonar conceptualmente sobre el mismo tema.

No solamente desde la izquierda se revindica la RMU. Este año prolífico en elecciones en la UE, varios partidos de centro-izquierda lo proponen electoralmente. Simplificando, la base reivindicativa es que delante de la situación se está viviendo de falta de trabajo para todos en los países desarrollados. El Estado Social tiene la obligación de prestar un salario mínimo que garantice la supervivencia económica de la persona. Aunque este mínimo sea realmente un ínfimo.

Visto únicamente así parece que se quiera implementar un derecho “de nacimiento”.  Es decir, para aquellos que teniendo la suerte de vivir en economías denominadas desarrolladas puedan vivir mínimamente.  Esto puede conllevar como consecuencia la disminución del esfuerzo individual para progresar económicamente.  Por tanto, podíamos decir que fomentan una sociedad sin incentivos con las consecuencias que a nivel global pueda generar.

Es cierto que a nivel global vivimos una situación compleja. Por un lado, la tecnología (robotización) está permitiendo el aumento de la productividad sin el factor humano. Si no, veamos cómo ha evolucionado el sector del automóvil hoy en día. Hemos pasado de grandes fábricas que empleaban a miles de personas a fábricas que utilizan miles de robots. No solamente en este sector, para situarnos en otro extremo, el agrícola, la recogida de frutas, uvas y, el sector terciario en general, están cada día más automatizados. No hace mucho, visitando una de las principales productoras de champagne en Francia me comentaban que estaban ultimando una gran “factoría” que desde la llegada de la uva, a su transformación en vino, su fermentación, puesta en botella, envejecimiento y segunda fermentación, la puesta en cajas y expedición podrán hacerlo con ocho personas. Todo ello para una producción de millones de botellas anuales.

Podemos analizar cada uno de los sectores económicos y vemos que esta transformación se produce en todos ellos.

Por otro lado, el aumento de población mundial no sigue una progresión lineal y, aunque tampoco podemos decir que el crecimiento sea exponencial, sí es evidente que los parámetros de crecimiento actuales son enormemente más elevados que los que considerábamos hace cincuenta años. Países como China a pesar de sus políticas de contención de la población, la India que no puede permitirse el lujo de continuar basando en criterios religiosos o culturales el mantenimiento de millones de personas que viven en situaciones paupérrimas u otros países asiáticos como Sumatra, Tailandia, Filipinas y así una larga lista de países que generan una cantidad de población de mano de obra a coste muy bajo, incluyendo también países africanos, a los que, moral y técnicamente, deben darles la posibilidad de vivir aunque sea con mínimos que en nuestra cultura occidental serían inadmisibles.

Estamos delante un fenómeno nuevo. La creación de riqueza no puede generar un pleno empleo a la oferta de mano de obra que ya existe y que va a aumentar en un futuro inmediato.

Leía hace poco que una de las marcas líderes en el sector del Smartphone trasladaba a la India parte de su producción por disponer este país de más mano de obra, por lo tanto, mano de obra de menos coste. También leía que una fábrica China de producción de este mismo tipo de producto que emplea a 1.100.000 personas las está sustituyendo por robots para bajar coste de producción, empleo y hacer más fiable el producto terminado.

Esta es la situación actual. Por mucho que se produzca no podremos dar una cantidad de empleo razonable a nivel mundial.

Por otro lado, pensadores liberales empiezan ya a sustentar la teoría que más vale garantizar un mínimo económico por persona (RMU) mediante la reorganización de los impuestos que permitan generar la posibilidad de que los Estados puedan sufragar este tipo de renta mínima que permita un sustento básico a los menos favorecidos. Con ello se conseguirían dos cosas:

a.    Permitir un mínimo de consumo, aunque sea muy mínimo, que a escala mundial permita colocar los aumentos de producción que se están produciendo.

b.    Evitar que los productores sufran las presiones actuales para crear empleo.

Todo ello nos lleva a una nueva situación donde, por motivos diferentes y hasta diría diametralmente opuestos, nos acercan a pensar que la RMU quizás no es tan mala idea aunque a nadie se le puede escapar que la aplicación de esta Renta de Estado permite “comprar voluntades” y por lo tanto, impedir una nueva revolución social. Evitando así lo que en la primera mitad del siglo pasado (no tan lejano en el tiempo) ya se vivió, sustentado en teorías no solamente de distribución de la riqueza sino también en procesos de centralización de los medios de producción en manos del Estado.

Aquí lo dejo. Pienso que hay elementos suficientes de reflexión.

Ignasi Maestre Casanovas